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En Grupo Mamut, creemos que la creatividad no solo debe sorprender: debe trascender. Y con Colores de la Madre Tierra, junto a Pinturas Condor, lo hicimos. El reto era presentar una nueva paleta de colores inspirada en Ecuador, sin caer en lo obvio ni en lo decorativo. Nuestra respuesta fue un símbolo: un poncho andino tejido con orgullo, teñido con los mismos tonos que forman parte de la nueva paleta. No era un producto promocional. Era un manifiesto.
Cada hilo del poncho fue pensado como un hilo narrativo. Los verdes que evocan nuestras montañas, los tonos tierra que hablan del Ande, los matices cálidos de nuestra diversidad. Una prenda que no se viste, se siente. Que no solo muestra color, sino que cuenta quiénes somos como país. Esta campaña nos permitió hacer algo que pocas marcas se atreven: convertir el color en un lenguaje cultural, una forma de preservar tradiciones y activar orgullo. No hablamos de pinturas, hablamos de patrimonio. Porque cuando el diseño se une a la identidad, y la estética se pone al servicio del significado, la marca no solo comunica: construye legado.